Massi, el “Big Massi”, sólo había cometido un delito: ser parte de una familia.
Sí. Fue a la comisaría rogando que le metieran una noche en prisión porque no soportaba la idea de estar la noche de fin de año con su gente. No sabemos cómo sería la familia, pero algo buena debía ser cuando el señor M. no pidió la inyección letal o ser fusilado allí mismo.
Lamentablemente la policía dijo que, aunque pareciera al contrario, las cosas no funcionan así y que no podía meterse en un calabozo como quien busca alojamiento en una pensión y le enviaron de vuelta a casa.
Pero el hombre no se quiso resignar. Y ya sabemos qué es capaz de hacer un hombre cuando no quiere ser libre…
Así que se puso rumbo a un quiosco cercano y, sin que le viese el dependiente, robó un paquete de chicles, volvió a la comisaría y, agitándolo ante los antes, dijo que ya había delinquido. Por tanto, ya podían ponerle ninguna excusa: tenía que pasar la nochevieja entre rejas. Los polis, con una mezcla de lástima y admiración ante la astucia del individuo, le encarcelaron.
Así, paradójicamente, el tipo pasó la nochevieja feliz, entre policías y otros detenidos. Lo que no sabes es qué pensó la familia al saber lo ocurrido, aunque seguro no tuvieron tiempo de echar de menos a Massi entre discusión y discusión.
Sin comentarios
¿Qué te pareció este artículo?